El encuentro entre la curiosidad, el juego y la creatividad
Criar es una tarea compleja, creo que eso lo sabemos todxs. También, que hay muchas formas de criar. Y que quienes lo hacen no siempre eligen una manera, una teoría o un paradigma de crianza. A veces, se hace lo que se puede con lo que se sabe.
Y ese saber puede venir de muchos lugares. De la familia, de las amistades, de la tele, de las redes sociales, del discurso e instrucciones de profesionales, de investigaciones que hacen quienes crían…creo que siempre hay un poco de todo esto, que se va mezclando y combinando según cada universo.
Pero también está el saber que se construye desde las vivencias, observando lo que se va haciendo, sin compararse, sin juzgarse. Sólo dando lugar a la pregunta por lo que se hace al criar.
Para vivir hace falta estar y hacer, presencia y acción. A veces mucho, a veces poco, pero hacer algo. Para aprender de ese hacer hace falta comprometerse con la acción. Porque ahí es donde podemos darle sentido a lo que estamos haciendo.
Cuando criamos, todo el tiempo hacemos cosas, aún cuando creemos no hacer nada. Y todo el tiempo estamos siendo observadxs, escuchadxs e imitadxs.
La curiosidad y la creatividad son semillas que todxs tenemos al nacer. Pero que si no encuentran tierra fértil, un poquito de agua y sol, no prosperan. Si queremos criar niñeces curiosas y creativas tenemos que ser el ejemplo.
Tenemos que poder jugar, sorprendernos genuinamente, preguntarnos cosas “absurdas”, divertirnos. No existe tal cosa como el juego perfecto o ideal, existe el juego y el disfrute.
No hace falta jugar “como niñxs”. Con jugar es suficiente, tengas la edad que tengas. No hace falta llamar al “niño interior”, sólo recordar cómo hacías cuando eras niñx y hacer lo mismo si es que has dejado de jugar por ser adultx. No importa que seas adultx y creas que hay un código de conducta para cada etapa de la vida.
Si tienes un cuerpo e imaginación puedes jugar. Quizá están un poco dormidos, pero ahí están, esperando ser llamados. Vas a ver que si los invitas a jugar, poco a poco van a ir despertando.
De esto se trata la Crianza Sensible.
De una invitación a pensar a la crianza como un juego:
algo que se construye con imaginación y sensibilidad;
que se nutre de la curiosidad y la pregunta, no para buscar respuestas cerradas sino para llegar a nuevas preguntas;
que implica compromiso y seriedad, pero también risas y diversión;
que no se queda sólo con lo “real” sino que dialoga todo el tiempo con la fantasía;
que necesita que, quien quiera habitarla, se encuentre presente y dispuestx.
Se trata de pensar la crianza como un acto de pura humanidad, de intimidad y de cercanía plena con un otrx.
Quienes criamos no somos perfectxs ni debemos serlo. Pero sí es importante que podamos ser genuinxs y honestxs. Con lo que sabemos, lo que podemos y lo que estamos siendo.
La Crianza Sensible es una forma de entender y construir un hacer complejo, porque no sólo acompañamos a un otrx en su aprendizaje del mundo, también nos transformamos en el acto de criar. Y qué mejor que poder disfrutar de este proceso, disfrutando de la vida misma.
Emilia


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