Arteterapia: procesos de legitimación del campo profesional en Latinoamérica

Arteterapia: procesos de legitimación del campo profesional en Latinoamérica

MARÍA EMILIA GIAILEOLA

Tucumán – Argentina

El Arteterapia, como campo disciplinar, es de reciente concepción y se encuentra en pleno proceso de desarrollo, sistematización, institucionalización y legitimación profesional en los distintos países y regiones en que se lleva a la práctica. Por este motivo, en la actualidad podemos encontrarnos con diversos paradigmas que coexisten sin que uno de ellos sea “el verdadero” (si siguiéramos la herencia positivista). Esto, a su vez, decanta en una multiplicidad de alternativas en la práctica, que se manifiestan en diversas técnicas, modos, contextos, enfoques, actores, etc. 

Ahora bien, teniendo en cuenta esto, me surgen varias preguntas: ¿cuáles son las instancias que nos permiten hablar de una práctica legitimada?; ¿cuál es el proceso que lleva a que un campo del conocimiento emergente ingrese en el espectro “oficial”, contando con el reconocimiento de instituciones y de otros profesionales?; ¿en qué momento de ese proceso se encuentra el Arteterapia en nuestra región (Latinoamérica)?; ¿qué rol cumplen las instituciones existentes en la actualidad?; y por último, ¿quiénes pueden llevar a la práctica el Arteterapia? 

Intentaré en este artículo responder estas preguntas desde una mirada que combine mi experiencia personal e institucional en este campo, ya que considero necesario hablar desde el lugar que habito, conozco y busco transformar. A este fin, pongo al tanto a los lectores que mi formación en Arteterapia se construye a partir de instancias formales y otras constituidas por distintas experiencias prácticas o “informales”. Comenzó allá por el año 2011, de manera bastante azarosa y accidentada, siendo gradualmente contenida por diversos marcos institucionales que fui descubriendo en mi búsqueda personal (institutos, centros de estudios, congresos). En el año 2017 comencé a formar parte de la Asociación Argentina de Arteterapia como afiliada, para luego en el 2018 dar inicio a mi rol como presidenta de la Comisión Directiva de la Filial Tucumán, de la mano de su fundación, cumpliendo este rol hasta el año 2021. Luego, en el mismo año nació de forma «pública» el Espacio Patio de Tierra (ya que era un proyecto que se venía gestando desde hacía tiempo), desde el cual sostengo actualmente actividades de formación, difusión e investigación articulando la expresión artística y la salud integral y, entre ellas, algunas dedicadas al campo del Arteterapia Transdisciplinar. 

A lo largo del tiempo en que realicé este recorrido se fueron dando numerosas transformaciones en el campo del Arteterapia en nuestra región, tocándome más de cerca las que se corresponden con mi país (Argentina), que son importantes para tener en cuenta los diversos ritmos a los que se va sometiendo el campo profesional: ritmos sociales, institucionales, profesionales, político-regionales, entre otros. Podemos mencionar como elementos que se destacan (haciendo referencia directa a lo local, pero entendiendo que procesos similares se vienen dando en otros países de Latinoamérica): 

1. la progresiva descentralización de los espacios de formación (cursos, seminarios, talleres y formaciones profesionales), que pasaron de estar concentrados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) a multiplicarse en distintas provincias; lo que a su vez posibilitó la extensión del ejercicio profesional en nuevos territorios; 

2. la incorporación de dispositivos de Arteterapia en instituciones comunitarias y educativas (privadas y estatales), habilitando nuevas miradas y recursos por fuera del campo estricto de la salud mental (1)

3. las investigaciones y procesos de sistematización que fueron realizando distintos profesionales, dejando registro de sus prácticas y configurando construcciones teórico-metodológicas a partir de la experiencia particular; 

4. la incorporación del Arteterapia como tema en las agendas de eventos internacionales, nacionales y provinciales relativos al campo de la salud (jornadas, congresos) y la multiplicación de espacios de encuentro e intercambio específicos de Arte y salud o de Arteterapia; 

5. el progresivo re descubrimiento y reconocimiento que la sociedad viene haciendo del arte como vehículo para el bienestar, lo que llevó también a que distintos campos disciplinares fueran incorporando herramientas artísticas a sus prácticas, dando así un lugar distinto a la expresión artística en relación al discurso sostenido por los campos hegemónicos de salud (“la ciencia al servicio de la cura, el arte al servicio de la recreación”); 

6. el impacto de los nuevos paradigmas socio políticos vigentes, que habilitan y promueven la multiplicidad, reivindican la creatividad como valor esencial, cuestionan los roles sociales e institucionales normalizados e instituidos y proponen una lectura más compleja de la salud y el bienestar, entendiéndose como un constructo en el que confluyen los factores relativos a la persona pero también a su contexto, sus vínculos y su realidad particular como condicionantes. 

Aún con todas estas transformaciones, el Arteterapia todavía circula en el plano de lo que se podría denominar lo “informal” o “alternativo”, lo que implica que su ejercicio profesional corre por los márgenes de los campos hegemónicos o sujeto a sus normas. Cabe aclarar que cuando hablo de campos hegemónicos hago referencia a la medicina y la psicología (y sus derivados) como aquellas disciplinas poseedoras del discurso «autorizado» y el conocimiento en materia de salud, validadas asimismo por el conjunto de la sociedad, desde un paradigma que no deja mucho espacio a la multiplicidad, sino que se construye en torno a la idea de verdad única/absoluta. Por supuesto que esto no significa que, hacia adentro de estos campos, no podamos encontrar voces y posicionamientos diversos, que cuestionen el modelo hegemónico y transiten nuevas búsquedas y modelos de acompañamiento. Los hay y de muy diversos colores pero en general son también relegados a los márgenes de estos campos.

De qué legitimación hablamos 

Tradicionalmente, las universidades vienen siendo los espacios de formación que acreditan a unx a denominarse “profesional”, operando este título con más fuerza a nivel simbólico de lo que podía significar a nivel práctico, lo que generó durante mucho tiempo la distinción de “castas” profesionales en los espacios de trabajo y un ordenamiento jerárquico entre las distintas disciplinas (que es algo que hoy se sostiene en muchas instituciones). El Arteterapia se constituyó como una modalidad terapéutica a partir de la segunda mitad del siglo XX, junto a la aparición de otras propuestas terapéuticas, como respuesta a los emergentes del contexto y, desde sus comienzos, su difusión y formación, por considerarse una propuesta “alternativa” a lo tradicional, circuló por fuera de los espacios universitarios, siendo bastante reciente su incorporación a currículas o instancias de posgrado de algunas universidades. 

Retomando las preguntas iniciales, cabría preguntarse cuál es el tipo de legitimación que buscamos en esta proyección del campo disciplinar, teniendo en cuenta que uno de los elementos característicos de esta modalidad terapéutica, en el que confluyen la mayoría de sus variantes, es la mirada integral que propone sobre la salud de las personas y la posibilidad de correrse y/o ampliar los binarios bien – mal, salud – enfermedad, cordura – locura, terapeuta(saber) – paciente(pasivo), entre otros, dando a la persona un rol activo y al acompañamiento una puesta de cuerpo concreta; lo cual difiere bastante con el paradigma hegemónico de salud que se sostiene en la actualidad. 

¿Queremos ser validadas por aquellas instituciones que entienden a la persona como una sumatoria de sistemas, partes, miembros y patologías? ¿que entienden a la salud como ausencia de enfermedad? ¿que proponen una relación vertical para con las personas usuarias de los servicios de salud? ¿que, de la mano de grandes compañías comerciales, sobre medicalizan a las personas, creando cada día nuevos “trastornos” y “males de época”? ¿que no ven personas, sino etiquetas, rótulos o, en el peor de los casos, historias clínicas y números? ¿que se vanaglorian de crear leyes progresistas e inclusivas pero brillan por su ausencia al momento de ponerlas en práctica? 

Usted dirá, oh lector, que “no todos los profesionales tienen esta mirada, en los últimos años han cambiado muchas cosas”, y tendrá razón, lo cual no quita el hecho de que nos queda un largo camino por recorrer para lograr transformar estos paradigmas heredados, que hoy están crujiendo pero se encuentran todavía de pie y marcando el rumbo. No tiene tanto sentido pensar en las etapas de un proceso cuando quizá el resultado del mismo no sea aquél que necesitamos. 

La legitimidad institucional o profesional no tendrá valor en tanto que para acceder a ella tengamos que “adaptarnos” a los discursos hegemónicos. Porque tampoco resulta necesario sostener el binario hegemonía-alternativa, que conlleva consecuentemente a que lo hegemónico sea lo correcto, lo verdadero, lo aceptado y lo alternativo sea lo dudoso, lo cuestionable, lo que se toma con pinzas (por no decir lo incorrecto, lo falso, lo rechazado). Nuestro propio contexto nos empuja a pensar en clave de multiplicidad, de simultaneidad y del fin de los absolutos, donde la idea de “verdad universal” ya no nos cierra del todo, o somos capaces de sostener distintas “verdades” que coexisten sin negar a las demás. 

Quizá sea momento de repensar también a las instituciones, su rol, su misión, y construir o replantear, de la mano de estos nuevos paradigmas, las instituciones que sean capaces de representarnos y de sostener nuestras prácticas. 

Rol de las instituciones 

Una de mis principales búsquedas a partir de mi experiencia por trayectos formativos y vivenciales vinculados al Arteterapia, fue la de contar con un órgano de representación que pueda nuclear y vincular a los profesionales que sostienen su práctica en el campo del Arteterapia y, al mismo tiempo, generar espacios de difusión y formación que permitan fortalecer el campo profesional. En función de esto es que fui transitando por los diversos espacios mencionados, construyendo y deconstruyendo estructuras y prácticas. Por lo expuesto con anterioridad en relación al desarrollo emergente de la disciplina y la diversidad de propuestas formativas que se sostienen en la actualidad, resulta todavía muy complejo delimitar un campo específico para el Arteterapia, al menos en lo que se refiere a nuestro país y a nuestra región. Si prestamos atención a los profesionales que fueron complementando su práctica con herramientas del Arteterapia nos encontraremos con campos muy diversos: Psicología, Psiquiatría, Psicopedagogía, Psicomotricidad, Educación Especial, Medicina, Trabajo Social, distintas disciplinas artísticas (Teatro, Danza, Artes Visuales, Música, Literatura), Acompañamiento Terapéutico, Kinesiología, Fonoaudiología, entre otros. Y eso sin contar a aquellas personas que generan dispositivos denominados arteterapéuticos (o talleres de “arte terapéutico”) sin conocimientos específicos, que en el mejor de los casos cuentan con algún curso realizado sobre el tema. Valga la aclaración de que el hecho de que una persona no cuente con una formación académica no es sinónimo de que no tenga la capacidad o los conocimientos para el ejercicio profesional del Arteterapia, así como el hecho de contar con una titulación académica tampoco certifica que una persona vaya a tener un desempeño profesional responsable y/o adecuado. Pero sí resulta fundamental, al momento de trabajar con/para la salud de otras personas, contar con herramientas y conocimientos que permitan sostener y contener aquello que se propicie abordar. Acompañar a otros no es nada sencillo y no es suficiente con tener buenas intenciones y una gran capacidad de escucha. 

A partir de mis experiencias desde distintos espacios institucionales y no institucionales, llegando al lugar que ocupo hoy desde el Espacio Patio de Tierra, considero fundamental la organización de los profesionales que hoy mantenemos prácticas arteterapéuticas, partiendo de los lineamientos que hoy se sostienen y validan el ejercicio profesional en la región para, en función de ellos, generar las condiciones particulares que permitan el desarrollo y fortalecimiento de nuestro campo profesional. Nuevamente, considero que no resulta necesario adaptar el Arteterapia a la estructura hegemónica, sino poder encontrar una identidad profesional que se pueda corresponder con una estructura sistemático-institucional, que probablemente sea necesario crear o reformular. El trabajo, la investigación, el sostenimiento de espacios y prácticas profesionales en solitario puede funcionar hasta cierto punto. Luego, surgirá de forma inevitable la necesidad del encuentro con otras miradas, paradigmas, sentires y experiencias. Porque somos parte de un mundo colectivo, transitamos por diversos entramados que en esencia son dinámicos, que se mueven al ritmo de las sociedades.

A modo de reflexión final, considero que es necesario continuar en el camino de la validación del Arteterapia como campo profesional, corriéndose del lugar de la alternativa frente a la hegemonía, para pensarlo como una opción más dentro del abanico de posibilidades que se despliegan en torno al acompañamiento terapéutico y la terapia. Aún tratándose de una disciplina emergente, sus distintas experiencias prácticas ya han dado muestras de la magnitud que tiene la expresión artística como instancia comunicativa y reflexiva, y las experiencias estéticas como puerta de acceso a un encuentro con el mundo personal y social. Creo que es evidente el poder de la expresión artística como uno de los recursos comunicativos más auténticos que las personas podemos desarrollar para el diálogo con otros y con nosotros mismos y, desde allí, resulta necesario revalorizar aquellas prácticas que durante tanto tiempo han sido consideradas “poco serias” o “no científicas” (como si la seriedad y el cientificismo fueran garantía de “verdad”) y por tanto desplazadas a la periferia de las intervenciones en materia de salud, sin el objetivo de negar o deslegitimar las prácticas que se sostienen actualmente sino con el fin de que el abanico de posibilidades que el Arteterapia ofrece en relación a los distintos abordajes en salud cuente con un espacio de validación por parte de la sociedad similar y simultáneo al de otras prácticas. Queda todavía por descubrir o elaborar cómo construiremos esta validación social sin depender exclusivamente de las instituciones y prácticas que hoy son hegemónicas y sin permanecer en la alternativa o el margen, para lo cual desde ya les invito a que podamos pensar, compartir, proyectar y poner en práctica aquellas ideas que puedan seguir abriéndonos caminos. Las puertas del Patio de Tierra están abiertas para la organización, la comunidad y la creación de redes que puedan sostener nuestras prácticas y sostenernos en el encuentro.  

Notas al pie
(1) Es bastante generalizada la idea de que el Arteterapia resulta del encuentro entre los campos “psi” y el arte, quedando en la práctica reducida al territorio de la salud mental.

MARÍA EMILIA GIAILEOLA – Tucumán, Argentina

Lic. en Artes Plásticas con especialidad en Escultura
Máster en Arteterapia Transdisciplinar
Danza Movimiento Terapeuta
Coordinadora y docente de la Formación Profesional en Arteterapia
Creadora del Espacio Patio de Tierra

Información de contacto:
egiaileola@gmail.com
+54 385 5176793
https://atomic-temporary-198727055.wpcomstaging.com/
Instagram